sábado, 17 de abril de 2010

Cambiando a peor

¿La juventud de ahora es más violenta que la de antes?
Posiblemente sí. Lo más probable es que se deba a una disminución de la autoridad que empleaban los padres con sus hijos o los profesores con sus alumnos hace unas décadas y que ahora apenas existe.
Cualquier acto de violencia era reprimido con aquello llamado “mano dura”, ya sea el padre con “el cinto” o los profesores con tirones de orejas. Aprendían educación a palos… la verdad es que no sé cómo no nos da pena, nosotros, que tenemos más facilidades, que somos prácticamente “intocables” tanto por profesores como por nuestros padres, en vez de aprovecharlo damos la vuelta a la tortilla y llegamos incluso a amenazar a profesores y agredir si no física psicológicamente a nuestros propios padres.

¿Y los valores? ¿Dónde han quedado?
En la toma de posesión como presidente, Barack Obama citó en su discurso inaugural unos valores que aunque deberían tener todos los ciudadanos, cada vez se aprecian menos en la población empezando desde los más jóvenes. Los valores de los que hablo son el esfuerzo, aquel esfuerzo que hacía un niño de 14 años al levantarse a las 6 de la mañana para ir a trabajar , a sacar adelante su familia junto con su padre y que ahora no se conoce porque tenemos todo lo que queremos y más, sin esfuerzo, prácticamente regalado. La honradez y el juego limpio, valores que hemos cambiado por la deshonestidad y la indecencia incluso con nuestros familiares y amigos porque somos capaces de “pisarlos” por nuestro propio bien, demostrando así que la palabra EGO es lo que mueve nuestro día a día. La tolerancia que aun estando en el siglo XXI y siendo este, a mi parecer, un valor que no ha decaído sino al revés, sigue sin estar presente en todos, sin haber una total aceptación y respeto a las diferentes culturas, maneras de pensar, “razas”, tendencias sexuales, etc. Y otros como el valor, la curiosidad y la lealtad que se han ido perdiendo al igual que los anteriores con el paso de los años.

Por todo ello, creo que deberíamos fijarnos más en cómo estamos actuando y plantearnos seriamente si de verdad vale la pena utilizar la violencia para conseguir las cosas.