domingo, 30 de mayo de 2010

Había una vez una clase de Filosofía...

¿Qué mejor manera de empezar una crítica a la clase de Filosofía, que con las frases que han dado comienzo a cada una de ellas durante todo el curso?

“Queridos niños, queridas niñas y público en general, hemos venido a aprender algo nuevo, ya sabéis cual es nuestro lema, algo nuevo aprenderéis a poco que escuchéis aunque solo sea a perder el tiempo con la dignidad con la que yo lo pierdo”

En resumidas cuentas…
Opinión personal: Muy buena

La verdad es que dudo que alguno de mis compañeros definiera esta clase como monótona, aburrida… es más, apostaría que interesante, didáctica y amena se acercarían mas a los adjetivos que emplearían para su descripción, por otro lado, muy acertados en lo que respecta a lo que han sido las horas de filosofía a lo largo de estos nueve meses.

Desde un principio la manera de dar la clase de nuestro profesor Enrique P. Mesa ha hecho que prestemos mucha más atención que en otras asignaturas. Esto nos afectará positivamente en segundo, pues al ser una asignatura que nunca habíamos dado corríamos el riesgo de “rechazarla”, por la dificultad que puede resultar en muchos de nosotros razonar las respuestas en los exámenes o simplemente al adquirir conocimientos de temas nunca antes tratados, sin embargo, considero que hemos cogido una buena base para lo que nos espera en el próximo curso.

Se ha valorado el trabajo durante todo el curso, a nadie se le ha regalado nada, pues, todos aquellos que han querido subir su nota se han esforzado y han hecho los artículos que se iban pidiendo, mereciendo por tanto su nota positiva a cambio.

Solo con fijarnos en la asistencia a clase podríamos darnos cuenta que esta asignatura ha “triunfado” respecto a las otras, incluso los que la dan por perdida, o pasan (porque si) de hacer algo, han asistido a las clases de Filosofía sin ningún tipo de problema y con ganas de aprender algo nuevo.

Ojala al año que viene pueda escribir una crítica tan positiva de la clase de Filosofía, y seguro que la hago si sigo escuchando ese “Queridos niños, queridas niñas…” al comienzo de cada clase.

domingo, 9 de mayo de 2010

Hiyab si, hiyab no...

El velo en los colegios públicos, ¿Debería permitirse o no?

Respecto a este tema no tengo una opinión específica, basándome sobre todo en el caso de la joven Najwa Malha, a la cual se le ha impedido la asistencia a clase en un instituto público de Pozuelo por llevar un hiyab (velo islámico). Puedo entender las opiniones de aquellos que actúan a favor y en contra de esto, pero a mi parecer se les ha ido un poco de las manos a ambos (colegio y la joven), ya que, de haber cedido alguno, esto no habría sido el “boom” que ha sido. Me explico, el hiyab es una prenda islámica que tapa la cabeza(no la cara) y a diferencia del burka(entre otros) no es signo de represión, ni las mujeres que lo llevan están obligadas a hacerlo (Antes de ponerme a escribir este artículo he leído bastante sobre el hiyab y su significado es más complejo de lo que pensaba, por ello, no me veo lo suficiente capacitada como para aportar razones a favor o en contra basándome en su significado, ya que, no lo haría con la propiedad y rigurosidad que merece), por eso mismo Najwa podría haberse quitado el velo durante las 6 horas de clases, al fin y al cabo, ella es la que se va a ver perjudicada si deja los estudios. Por otro lado, el colegio podía hacer la vista gorda, pues, seguramente no todas las reglas del colegio se cumplen y no se les da por ello tanta importancia como a esta (“no se permite llevar la cabeza cubierta”).

Como he dicho al comienzo puedo entender los argumentos de aquellos que están a favor o en contra, como son los redactados a continuación.

A favor:

  • España es un país democrático con libertad de expresión religiosa, si se le permite a una monja impartir clase (colegios concertados o privados) con la cabeza tapada, ¿por qué a una musulmana con velo no se le permite la asistencia a clase?
  • Se deberían respetar aquellas costumbres que aunque no coincidan con las nuestras no hacen ningún mal a nadie.
  • No es ético que se le niegue la educación a nadie y menos en un colegio público.
  • Nosotros no somos más que nadie, por lo tanto, tenemos tanto derecho a elegir como nos vestimos como cualquier otro.
  • Se admite la asistencia a clase a chicas con escotes despampanantes, enseñando el ombligo, luciendo piernas o mostrando casi totalmente la espalda, pero no se admite a aquella que lleva un velo que le tapa poco más que el cabello y el cuello, defendiendo al contrario que las otras la importancia de la belleza interior y dando al cuerpo de la mujer un significado mayor al de objeto sexual, ¿Qué sentido tiene eso?

En contra:

  • España es un estado aconfesional cuya educación pública es casi al 100% laica, por ello, al igual que no se permiten los crucifijos en las aulas, ni que ningún alumno lleve grandes cruces católicas (ni cualquier símbolo religioso), tampoco se debería permitir llevar velo.
  • Al igual que nosotros cuando viajamos a países musulmanes debemos acatar sus costumbres, degradantes en su mayoría para la mujer (que tenga que ser acompañada por la calle por un hombre, que deba cubrirse el rostro…), ellos deberían hacer lo mismo (Leí hace poco un comentario acerca de este tema, en el cual, un hombre decía que en Egipto por ser rubia a su mujer le exigían tener tapado el pelo, los hombros y las piernas).
  • Debe prohibirse el uso del velo en aquellos lugares públicos donde las normas los prohíban (en este caso las normas del colegio) y mostrarlo en aquellos lugares públicos donde se permita, o simplemente en privado (opinión defendida en el artículo 16 de la constitución).


Como conclusión, considero que hay argumentos de peso en ambas opiniones, asique, dudo que esto se resuelva si nadie da “su brazo a torcer”. Quizá la salida más fácil sea que Najwa se cambié a un instituto que se mueva por una normativa no tan estricta respecto a este tema.


sábado, 17 de abril de 2010

Cambiando a peor

¿La juventud de ahora es más violenta que la de antes?
Posiblemente sí. Lo más probable es que se deba a una disminución de la autoridad que empleaban los padres con sus hijos o los profesores con sus alumnos hace unas décadas y que ahora apenas existe.
Cualquier acto de violencia era reprimido con aquello llamado “mano dura”, ya sea el padre con “el cinto” o los profesores con tirones de orejas. Aprendían educación a palos… la verdad es que no sé cómo no nos da pena, nosotros, que tenemos más facilidades, que somos prácticamente “intocables” tanto por profesores como por nuestros padres, en vez de aprovecharlo damos la vuelta a la tortilla y llegamos incluso a amenazar a profesores y agredir si no física psicológicamente a nuestros propios padres.

¿Y los valores? ¿Dónde han quedado?
En la toma de posesión como presidente, Barack Obama citó en su discurso inaugural unos valores que aunque deberían tener todos los ciudadanos, cada vez se aprecian menos en la población empezando desde los más jóvenes. Los valores de los que hablo son el esfuerzo, aquel esfuerzo que hacía un niño de 14 años al levantarse a las 6 de la mañana para ir a trabajar , a sacar adelante su familia junto con su padre y que ahora no se conoce porque tenemos todo lo que queremos y más, sin esfuerzo, prácticamente regalado. La honradez y el juego limpio, valores que hemos cambiado por la deshonestidad y la indecencia incluso con nuestros familiares y amigos porque somos capaces de “pisarlos” por nuestro propio bien, demostrando así que la palabra EGO es lo que mueve nuestro día a día. La tolerancia que aun estando en el siglo XXI y siendo este, a mi parecer, un valor que no ha decaído sino al revés, sigue sin estar presente en todos, sin haber una total aceptación y respeto a las diferentes culturas, maneras de pensar, “razas”, tendencias sexuales, etc. Y otros como el valor, la curiosidad y la lealtad que se han ido perdiendo al igual que los anteriores con el paso de los años.

Por todo ello, creo que deberíamos fijarnos más en cómo estamos actuando y plantearnos seriamente si de verdad vale la pena utilizar la violencia para conseguir las cosas.

sábado, 13 de marzo de 2010

¡Motivarnos!

En mi opinión desde que somos pequeños nuestros profesores deberían intentar que aquellos conocimientos que vamos a desarrollar en los años siguientes como estudiantes se nos quedaran desde un principio en la memoria a largo plazo, de ese modo llegado el momento de ampliarlos lo tendríamos mucho más fácil.

Para ello, en los cursos de primaria los profesores deberían utilizar el conductismo, ofrecer una recompensa cada vez que se haga algo positivo, así seguiríamos actuando correctamente. Por ejemplo, un profesor hace una pregunta a un alumno acerca del temario, si este es capaz de contestarla razonando y no de memoria recibirá un positivo, y sino un negativo. Pero para que pudiera darse esto, los profesores deberían hacer preguntas continuamente y comprobar que los alumnos razonan y que por lo tanto se dará en ellos una probabilidad más alta de que esa información se esté guardando en la memoria a largo plazo.

También desde edades muy tempranas se nos debería incitar a la lectura (no se considera incitar a OBLIGAR a leer un libro al trimestre, sino por ejemplo provocarnos ganas de leerlo contando cosas interesantes sobre su argumento), así crearíamos una serie de esquemas cognitivos (sobre diferentes temas) que más adelante nos servirían como inclusores y nos permitirían adquirir nuevos conocimientos con menor dificultad.

Volviendo al conductismo, creo que dejaría de ser efectivo(a mi parecer) en los cursos más altos de la ESO y bachillerato, al menos con positivos como recompensa (aprobar sería un buen incentivo siempre y cuando estuviéramos motivados a estudiar). Un positivo, no sube la nota y un negativo que no va a hacer que suspendas (obviamente) no nos incentivan ya nada.

Por ello, creo que si has llegado al bachillerato ha sido gracias a que tus profesores y familia han sabido crear en ti una motivación provocándote unas ganas de luchar y conseguir algo en tus estudios. Y no deberían dejar de hacerlo hasta ver tu propósito conseguido.

martes, 2 de febrero de 2010

¿Ha mejorado el mundo la ciencia?

Me costaría entender que alguien diera una respuesta inmediata a esta cuestión, imagino que aquella que lo hiciese lo habría hecho sin plantearla como se merece y no se habría fijado en más de un aspecto a tener en cuenta.

Como me paso a mí, la verdad es que lo primero que pensé cuando mi profesor de filosofía plateó la pregunta fue que si, ¡claro que sí! Pensé en la medicina, que sufre mejoras gracias a la ciencia continuamente, avances en curas y tratamientos de enfermedades o en investigación para descubrir alguna vacuna contra el cáncer, el SIDA... Está claro que si solo pensara en la medicina, la ciencia habría cambiado el mundo de una forma muy positiva sin lugar a dudas.

Ahora bien, tras reflexionar en lo amplio de la palabra ciencia pensé en las armas, al igual que la medicina a sufrido avances y “mejoras”, esta vez en contra de la vida humana, como se aprecia claramente en la definición de armas químicas.


“Las armas químicas son armas que utilizan las propiedades tóxicas de sustancias químicas para matar, herir o incapacitar al enemigo.”


El armamento ha mejorado de tal modo que cada vez se mata más fácilmente. En la primera guerra mundial fallecieron 10 millones de personas, en la segunda más 50 millones, si hubiera una tercera, quien sabe si alguna bomba de destrucción masiva en la cual seguramente se hubiera invertido demasiado tiempo y dinero no se llevaría la vida de toda la especie humana.


Entonces, ¿La ciencia ha mejorado el mundo? EN PARTE. Ahora tenemos mayor número de recursos para hacer de nuestra vida una vida más cómoda, el índice de mortalidad de aquellos países donde la medicina esta avanzada es muy bajo (a edades tempranas) y disfrutamos de aparatos tecnológicos para comunicarnos con cualquier persona del mundo, pero… ¿De qué nos sirve todo esto si también desarrollamos instrumentos que destruyen aquello que más valor tiene, una vida?


La ciencia bien utilizada puede salvar vidas y mal utilizada quitarlas. Está en nuestras manos suprimir los aspectos negativos de la ciencia y así mejorar el mundo sin tener que mirar un lado negativo en ella.